Kenya Herrera Bórquez
Universidad Autónoma de Baja California (México)
kenya.herrera@uabc.edu.mx
https://orcid.org/0000-0001-8460-7843
Abraham Nemesio Serrato Guzmán
Universidad Autónoma de Baja California (México)
nemesio.serrato@uabc.edu.mx
https://orcid.org/0000-0001-6652-9773
Brenda María Canizales Topete
Centro Integral de Atención y Asesoría Psicológica y Psicosocial (México)
canizales.brenda@uabc.edu.mx
https://orcid.org/0009-0006-7340-0103
César Gallegos Torres
Universidad Autónoma de Baja California Centro de Convivencia Familiar Supervisada del Poder Judicial del Estado de Baja California (México)
cesargos@icloud.com
https://orcid.org/0009-0004-6146-6573
Esta obra está bajo una licencia internacional Creative Commons BY-NC-SA 4.0
DOI:https://doi.org/10.5281/zenodo.17203547
Sección: Dossier
Recibido: 06 de junio del 2025
Aceptado: 20 de junio del 2025
Publicación:30 de septiembre 2025
En este texto compartimos la sistematización de experiencia
del trabajo de Aliadxs Cimarronxs, proyecto educativo de la
Facultad de Ciencias Humanas (FCH) en la Universidad Autónoma
de Baja California (UABC). Proponemos a Aliadxs Cimarronxs
como un lugar de resistencia gestado dentro de espacios
estudiantiles que hace frente a las violencias ejercidas
contra los derechos de las mujeres y la comunidad LGTBQ+.
Como punto de partida, describimos brevemente el impacto
del resurgimiento de la derecha a nivel global en nuestra
localidad y los retos a los que se enfrentan los movimientos
feministas y los movimientos prodisidencia sexual en la franja
fronteriza mexicana en la que vivimos. Estas condiciones glocales
las situamos en el contexto de educación superior y los
espacios universitarios. Como respuesta a estas condiciones
adversas, presentamos el grupo Aliadxs Cimarronxs como un
espacio formativo donde estudiantes se educan en la teoría y
la praxis del feminismo, así como en las teorías sobre la disidencia
sexual. Sin embargo, es mucho más que eso. Presentamos
las posturas epistemológicas que fundamentan el quehacer
del grupo, posturas feministas y decoloniales. Por otro
lado, compartimos las estrategias metodológicas que hemos
seguido dentro del grupo y el impacto que éstas han tenido
en la formación profesional y personal de sus integrantes. En
colectivo, Aliadxs Cimarronxs se construye como un espacio
seguro, sitio de resistencia a las imposiciones políticas, sociales
e incluso pedagógicas del conservadurismo, en el que se
acompaña y acoge a todas, todos y todes, desde la horizontalidad
y los afectos.
Palabras clave:pedagogías feministas, horizontalidad, feminismos,
LGTBQ+.
In this text, we share the experience of the Aliadxs
Cimarronxs group, an educational project based in
the Faculty of Human Sciences (FCH) at the Autonomous
University of Baja California (UABC). We propose
Aliadxs Cimarronxs as a space for resistance
within student spaces that confronts the violence directed
against the rights of women and the LGTBQ+
community. As a starting point, we briefly describe
the impact of the right-wing on our locality, and the
challenges faced by feminist movements and movements
for sexual dissent in the Mexican border region
where we live. We place these international
and local conditions within higher education and
university spaces. In response to these adverse conditions,
we present the Aliadxs Cimarronxs group as
a formative space where students educate themselves
in the theory and practice of feminist and queer
theory. However, it is much more than that. We introduce
the epistemological foundations that underpin
the group’s work, including feminist and decolonial
perspectives. Additionally, we share the methodological
strategies we have employed within the group
and the impact they have had on the professional
and personal development of its members. Aliadxs
Cimarronxs serves as a safe space, a site of resistance
against the political, social, and pedagogical
impositions of conservatism, where everyone is supported
and welcomed, stemming from a foundation
of horizontality and affection.
Keywords: feminist pedagogies, horizontality, feminisms, LGTBQ+
México tiene una crisis de violencia que afecta y penetra en todos los ámbitos sociales y dimensiones de la vida social, y que pareciera no ser un medio sino un fin en sí mismo, lo que Wolfgang Sofsky (2006) llama violencia absoluta. En este sentido, podemos atestiguar cotidianamente actos de violencia y también podemos ver que se imprime en nuestras dinámicas de relación, en nuestro lenguaje y en la constitución de nuestras subjetividades. Está presente en la forma en que se estructuran las instituciones sociales mexicanas, desde las instituciones de procuración de justicia hasta instituciones educativas y de salud. Las desigualdades sociales, la discriminación, el pobre acceso a la justicia, la impunidad y las fallas en el ejercicio de la democracia también son prácticas violentas que fustigan a la sociedad civil.
La violencia se recrudece con la vulnerabilidad y es importante reconocer lo visceral de la violencia contra las mujeres y la comunidad LGTBQ+. El norte del país tiene uno de los más altos índices de violencia de género y feminicidios. Al mismo tiempo, la comunidad LGTBQ+ en México conquista lentamente el reconocimiento de sus derechos, a pesar de la oposición de un sector conservador particularmente fuerte en el norte de México que intenta imponer sus valores religiosos y morales.
Desde este panorama surgen distintos movimientos y resistencias tanto desde lo individual como lo colectivo para enfrentar la crueldad del conservadurismo desde su opuesto político y epistemológico, desde los afectos y desde la solidaridad entre las personas y grupos sociales más vulnerados por el sistema hegemónico. Estos movimientos provienen generalmente de la sociedad civil y de la comunalidad, de la organización de la ciudadanía desde abajo.
Nos interesa pensar en estos procesos de resistencia desde los espacios de la educación superior. Las universidades son lugares donde se reproducen lógicas autoritarias, pero también pueden ser un espacio para reflexionar y construir lazos y movimientos de resistencia antipatriarcal, anticapitalista, feminista, decolonial y queer.
Este texto es una reflexión polivocal, con las experiencias de estudiantes y educadorxs que participamos en Aliadxs Cimarronxs, un grupo de pensamiento crítico y acción frente a las violencias contra mujeres y personas de la diversidad sexual en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). Este grupo nace en 2019 en la Facultad de Ciencias Humanas (FCH) de esta universidad, en la ciudad de Mexicali. Este trabajo de cocreación con el que hicimos este texto refleja la horizontalidad y la diversidad que guía nuestras formas de organización y acción, que intentaremos ilustrar con ejemplos concretos.
A lo largo del texto, narraremos brevemente la presencia y efecto del conservadurismo en Baja California frente al avance de los derechos de las mujeres y de la comunidad LGTBQ+ en México y en la entidad. Creemos importante explorar de manera descriptiva las condiciones sociohistóricas que anteceden a un grupo como el nuestro para explicar las pugnas ideológicas que enmarcan lo que entendemos como resistencia y las lógicas detrás de las estrategias teóricas y metodológicas que elegimos para actuar y reflexionar en colectivo.
Posteriormente, queremos narrar la historia de Aliadxs Cimarronxs y las circunstancias de su establecimiento dentro de la UABC, así como las transformaciones que ha tenido a lo largo de los años. Asimismo, delineamos las bases epistemológicas y políticas sobre las que sostenemos el trabajo de Aliadxs y, en este sentido, también describimos las diferentes metodologías de trabajo que usamos, tanto en los procesos formativos de lxs miembrxs como en las acciones que hacemos en colectivo para la comunidad universitaria. Específicamente, narramos cómo traducimos a nuestro contexto principios epistemológicos feministas y decoloniales, y aplicamos las bases de diversas pedagogías críticas con metodologías de corte horizontal y colaborativo. Lo anterior busca dar cuentas de una metodología que desde dentro de la universidad puede ofrecer espacios de resistencia frente a los embates de la derechización.
Esperamos al final proveer argumentos convincentes para afirmar que Aliadxs Cimarronxs es un espacio seguro y de resistencia para alumnxs que han vivido diferentes violencias por su condición sexogenérica en la FCH, explicando claramente qué entendemos por espacio seguro y también las diferentes acciones a través de las cuales vamos construyendo un lugar de esta naturaleza para todxs lxs que lo necesiten.
Queremos iniciar con algunos datos que nos ayuden a entender el contexto en el que vivimos las mujeres en México. A pesar del reclamo constante de políticas de prevención, atención y sanción impulsadas por organizaciones activistas y por académicas de todo el país, y de los avances normativos, como la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, aprobada en 2007 —y las respectivas leyes estatales—, la violencia contra las mujeres en nuestro país se ha mantenido como un fenómeno constante, con altas cifras que año con año varían muy poco. Como ejemplo de ello, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (2025), en 2024 se reportaron de manera oficial 850 feminicidios, mientras que hasta los primeros cuatro meses de 2025 se contabilizaron 212 en todo el país. Proporcionalmente la variación es poca y ambas cifras son alarmantes. Durante este primer cuatrimestre del año, Tijuana, Baja California fue el tercer municipio con más feminicidios en el país, después de Culiacán, Sinaloa y Ciudad Juárez, Chihuahua, otros municipios del norte del país. Las violaciones también han sido un fenómeno con altas cifras sostenidas año con año; tan solo en el periodo de enero a abril de 2025 las cifras oficiales reportaron 6,904 casos a nivel nacional.
Asimismo, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional sobre Discriminación del 2022 (INEGI, 2023), se estima que el 89.7 por ciento de las mujeres no informa a las autoridades cuando es discriminada porque piensan que no les harán caso o es una pérdida de tiempo. Esto habla de una crisis profunda de violencia y también de la exasperación de las mujeres ante la ineficacia del Estado y la indiferencia de la sociedad ante la problemática.
Sobre la situación de discriminación que viven las personas de la comunidad LGTBQ+, volvemos a citar la Encuesta Nacional de Discriminación del 2022 (INEGI, 2023). Según sus datos, el 56.8 por ciento de la población mexicana de 18 años o más considera que los derechos de las personas gays o lesbianas se respetan poco o nada. El 29.8 por ciento de la población no estaría dispuesta a rentarle su vivienda a una persona gay o lesbiana y el 33.4 por ciento no lo haría a una persona trans. El 33.5 por ciento de las personas no estarían de acuerdo con que su hijo o hija se case con una persona de su mismo sexo. El 37.5 por ciento no estaría de acuerdo en que se eligiera a una persona trans a la presidencia de la República. Además, el 48.8 por ciento de la población de diversidad sexual y de género de 18 a 39 años declaró tener alguna experiencia de discriminación. Estos números reflejan la brecha persistente para que la comunidad LGTBQ+ sea verdaderamente incluida en la sociedad mexicana y que se respeten sus derechos.
Además de reconocer este contexto marcado por la violencia y la discriminación abierta y directa hacia las mujeres y la población LGTBQ+ en México, es necesario señalar otros mecanismos todavía muy naturalizados e institucionalizados de misoginia, sexismo y cisheteronormatividad, los cuales sostienen múltiples formas de opresión hacia estas poblaciones y nos revelan el carácter sexuado de la misma noción de ciudadanía. Siguiendo a José Daniel Jiménez Bolaños (2017), la sexualización de la ciudadanía se evidencia con el hecho de que los ciudadanos son normativamente construidos como sujetos varones cis heterosexuales, por lo que las, los y les ciudadanxs que escapan a este modelo cisheterosexual se enfrentan a un acceso diferenciado y limitado a derechos básicos, lo que genera una situación de desigualdad de consecuencias materiales y simbólicas.
Durante las últimas décadas del siglo XX, Baja California se fue conformando como un bastión del conservadurismo en México. Desde 1989, el estado empezó la bola de nieve que llevó a la alternancia política en México, con el triunfo de Ernesto Ruffo Appel como gobernador de la entidad (Negrete Mata, 2017). En la década de los noventa, el Partido Acción Nacional (PAN) se consolidó como primera fuerza política en Baja California, en gran medida gracias al apoyo del sector empresarial y la Iglesia católica.
Posteriormente, en el 2006, nace en Baja California el Partido Encuentro Social (PES), organizado por agrupaciones neopentecostales (Garma, 2019), que en su agenda han luchado, a veces en alianza con el PAN y organizaciones católicas como el Frente Nacional por la Familia (FNF), en contra de la legalización del matrimonio igualitario, la adopción de menores por parejas no heterosexuales o la despenalización y la legalización del aborto, defendiendo lo que llaman “la familia natural”. Además, es importante agregar el apoyo que instituciones educativas y grupos empresariales han brindado a estas organizaciones, albergando encuentros, talleres y conferencias que promueven la agenda política e ideológica de estos grupos.
De acuerdo con Areli Veloz (2021), en Baja California la derecha y su conservadurismo han cobrado fuerza desde finales del siglo XX. A nivel global, se empezó a gestar un movimiento reaccionario frente a los avances de la agenda feminista y del movimiento LGTBQ+, cristalizados en normatividad internacional como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), la Convención de Belém do Pará en el caso de derechos de las mujeres, los Principios de Yogyakarta, y la Declaración de la ONU sobre la orientación sexual y la identidad de género en el caso de la comunidad LGTBQ+.
Estos avances en los derechos humanos impactaron también la agenda legislativa y las políticas públicas en México. Como reacción se construye, desde los noventa, un discurso alrededor del concepto de ideología de género, empleado primero por la Iglesia católica y luego por otras organizaciones religiosas evangélicas (Veloz, 2021). Los discursos en torno a la ideología de género plantean que las concepciones sobre el género que ha aportado la teoría feminista son un conjunto de ideas falsas que ponen en riesgo a la sociedad y enmarcan la lucha en contra la llamada ideología de género como una guerra cultural.
Los argumentos del conservadurismo religioso y político han velado sus cimientos religiosos para presentar un discurso más secular que enfatiza la biología sobre la cultura, dándole a sus ideas un tinte aparentemente científico. Además, dice Veloz, “entre sus estrategias está el reafirmar una identidad nacionalista desde una visión creacionista” (2021, p.155), lo que da a sus acciones políticas un tinte de cruzada para salvar a la sociedad de la catástrofe. Desde sus posturas, el feminismo y el movimiento LGTBQ+ se entienden como un adoctrinamiento para la sociedad civil y el gobierno, de ideas que van en contra de la naturaleza humana.
Contra el feminismo, dicen que erosiona la cualidad natural femenina de las mujeres, en tanto que los derechos reproductivos atentan con su concepción del valor de la vida y la esencia biológica de las mujeres (Veloz, 2021). Con este discurso se justifica la oposición al aborto y al derecho de las mujeres de decidir sobre su cuerpo. En cuanto al tema de la homosexualidad y transexualidad, tergiversando el sentido de un discurso científico, los entienden como transgresiones al orden natural y, por lo tanto, traumas psicológicos que pueden ser reversibles. Detrás de este discurso justifican la oposición a los derechos ciudadanxs LGTBQ+ y la necesidad de implementar esfuerzos para corregir la orientación sexual o la identidad de género no normativa (ECOSIG) como maneras de revertir o curar el daño.
Aunque ya había algunas organizaciones feministas en Baja California, es aproximadamente desde 2018 que emergen varias colectivas impulsadas por la ola feminista que ha recorrido México y Latinoamérica durante el siglo XXI. Nuria Varela (2020) afirma que lo que ella llama el tsunami feminista del siglo XXI tiene precursores ya en 2010, argumentando que diversos movimientos democráticos en todo el mundo, como la Primavera Árabe, el #yosoy132 de México u Occupy Wall Street tuvieron una fuerte presencia feminista y allanaron el camino para imaginar cómo sería el feminismo del siglo XXI. Sin embargo, dos momentos significativos cambiaron las tornas y dieron fuerza al feminismo en todo el mundo. En primer lugar, en 2016, en toda América Latina, las mujeres protestaron contra la violencia de género y el feminicidio, coreando Ni Una Menos y Vivas Nos Queremos. En segundo lugar, en 2017, Estados Unidos vivió el movimiento civil más importante desde la guerra de Vietnam con la Marcha de las Mujeres, que inspiró 700 marchas hermanas en todo el mundo. Ese mismo año, #MeToo se hizo viral y empoderó a mujeres de todo el mundo para poner de manifiesto sus experiencias de acoso sexual y violencia sexualizada y nombrar públicamente a sus agresores. En el caso de Baja California, los grupos feministas que se gestaron inspirados por estos movimientos globales se centraron en los derechos reproductivos de las mujeres, en formar acompañantes aborteras y se organizaron para protestar en contra de la violencia de género y los feminicidios en el estado. Algunos de estos grupos son Las Borders, Las Centinelas, Mujeres Tierra, Siemprevivas, Cimarronas con Glitter y Cimarronas Violetas. Poco a poco ha incrementado la participación de mujeres jóvenes en marchas, talleres y otras formas de activismo feminista.
En el caso de la Universidad Autónoma de Baja California, las estudiantes de diversas facultades, incluida la nuestra, realizaron tendederos de denuncia a agresores. En nuestra Facultad, el tendedero tuvo un gran impacto en la comunidad y recibió mucha atención mediática. Polarizó las opiniones de maestrxs y alumnxs, algunxs apoyando esta forma de denuncia y otrxs considerando que difamaban la reputación de las personas señaladas. Las autoridades de la Facultad públicamente manifestaron su apoyo a las alumnas que participaron e incluso se tomaron acciones contra algunos de los agresores, aunque no de todos.
Como consecuencia, se gestó dentro de la escuela una incipiente comunidad feminista que acogió y acompañó a alumnas que sufrieron algún tipo de violencia. Se crearon espacios en plataformas virtuales, hechos por estas alumnas, donde se realizaban denuncias y se compartían experiencias, formando una red de apoyo sorora. Sin embargo, este movimiento enfrentó varios obstáculos. Primero, la pandemia frenó el impulso de la organización, y segundo, los espacios virtuales tuvieron infiltraciones de hombres que provocaban conflictos para romper los vínculos entre las mujeres, además la confidencialidad de estos espacios se violó. En Mexicali, la lucha feminista sigue tiempos y ritmos diferentes a las de otras partes del país, sin embargo, ha dado resultados lentos pero positivos.
La comunidad LGTBQ+ también ha tenido avances significativos en su resistencia frente al conservadurismo y en su lucha por el reconocimiento de derechos en la sociedad bajacaliforniana (López, 2017). La presencia de la comunidad se hizo más visible a través de la lucha por el matrimonio igualitario en 2021. Frente a la resistencia del gobierno municipal de Mexicali a reconocer el derecho de las parejas del mismo sexo al matrimonio, la comunidad LGTBQ+ mexicalense se movilizó como pocas veces. A partir de esto se crearon diferentes agrupaciones, particularmente colectivos trans, como La Baja Trans, Amor Infinito y Xicali Trans, que hacen actividades periódicas para darse a conocer a la sociedad civil, brindar acompañamiento e información a personas trans y sus familias, así como enfrentar la discriminación que sufren incluso de organizaciones feministas.
Mientras que en 2022 se impulsaron y consolidaron otro par de procesos legislativos en pro de los derechos de las disidencias sexuales en Baja California, específicamente se logró el reconocimiento jurídico de las identidades trans y la generación de procesos administrativos para rectificar sus actas de nacimiento sin necesidad de interponer un amparo o tener que trasladarse hasta la Ciudad de México a realizar dicho proceso. También se establecieron restricciones a las llamadas terapias de conversión o ECOSIG en Baja California. Todos estos avances no hubieran sido posibles sin el esfuerzo constante de activistas a nivel local que desde hace ya varios años venían impulsando estas reformas, pero tampoco sin la incorporación y visibilización de cada vez más personas LGTBQ+ en el movimiento a nivel local, en gran medida jóvenes y, en particular, jóvenes universitarixs que estuvieron presionando a los poderes legislativo y ejecutivo estatal para lograr estos avances.
Esta aproximación al contexto regional en el que estamos inmersxs nos brinda elementos para analizar las condiciones en las cuales surge y persiste un grupo como Aliadxs Cimarronxs. Las instituciones de educación superior son escenarios donde se ven reflejadas estas problemáticas que hemos descrito en párrafos anteriores. En general, las aulas nunca han sido un espacio seguro para las mujeres y para la diversidad sexogenérica. Al mismo tiempo, las universidades también son espacios donde se gestan movimientos de resistencia, en los cuales los estudiantes se organizan para protestar y exigir sus derechos.
Como afirma Ana Buquet Corleto (2016), las universidades, como todas las instituciones sociales, están estructuradas según un orden de género que define jerarquías, prácticas y subjetividades. Esto significa que las universidades siguen reproduciendo desigualdades a pesar de que en la mayoría se están creando políticas, protocolos y regulaciones para contrarrestarlas. El problema radica en que los patrones de comportamiento y creencias moldeados en este orden de género normalizan la desigualdad, la subordinación y la depredación tanto de las mujeres como de la diversidad sexogenérica. Como resultado, la violencia se minimiza y se descarta, denunciarla se considera una exageración y una amenaza. No se le da importancia a la transversalización de la perspectiva de género, aunque una y otra vez, organismos internacionales y nacionales subrayen su urgencia para lograr una verdadera inclusión dentro de la educación superior, o se “adopta” pero de forma todavía muy superficial, discursiva.
En este sentido, la UABC se ha posicionado como una institución que busca contribuir al bienestar de la comunidad con equidad, inclusión y respeto a la diversidad, a través de declaraciones y protocolos institucionales para prevenir, atender y sancionar la violencia y discriminación por razones de género, orientación sexual o identidad de género; sin embargo, la realidad que muchxs estudiantes viven difiere de ese ideal. Es sabido que la UABC y sus distintas facultades siguen siendo espacios donde no existe garantía de la seguridad para las mujeres y para la comunidad lgtbq+. Persisten docentes que replican discursos de odio en sus aulas, las denuncias del estudiantado no son atendidas adecuadamente y, en muchos casos, se revictimiza a quienes alzan la voz.
Si bien reconocemos los retos que perduran en nuestra Facultad y en nuestra universidad para hacer de la UABC una institución garante de los derechos y la libertad de las mujeres, así como de la diversidad sexual, también es cierto que, gracias a los esfuerzos de la comunidad estudiantil y parte del personal académico-administrativo de Ciencias Humanas, a lo largo de los años nuestra Facultad se ha caracterizado por tener uno de los ambientes universitarios más tolerantes a las diversidades sexogénericas y al movimiento feminista, distinguiéndose de otras facultades de la UABC y de otras universidades locales. Es una de las unidades académicas en donde más se ha incorporado la perspectiva de género en la investigación y la formación, a pesar de la resistencia o indiferencia persistente entre gran parte de la comunidad universitaria.
Por ejemplo, en la Facultad hay bastante aceptación para diferentes expresiones de género, muchxs estudiantes se sienten libres de vestirse y arreglarse de acuerdo con sus identificaciones sexogénericas, de visibilizar sus orientaciones e identidades sexuales no normativas, y de expresar convicciones y posicionamientos feministas. La presencia de estudiantes de la comunidad LGTBQ+ y de feministas en nuestra Facultad forma comunidades tolerantes hacia la expresión de género, la diversidad sexual y los feminismos. Una presencia que significa una excepción no sólo frente a otras unidades académicas, sino también, en muchas ocasiones, respecto de sus propias familias.
En este sentido, los estudiantes han señalado que sus familias no son un espacio seguro o abierto para mostrarse tal cual son, para expresar posturas feministas, para visibilizar su orientación sexual o su identidad de género. Muchas personas llegan a la Facultad a cambiarse de ropa o a maquillarse porque en sus casas son reprimidas: no les permiten salir a la calle vistiéndose o expresándose como ellxs quisieran. Asimismo, estudiantes provenientes de otras ciudades o estados mencionan que pueden hacer cambios en cuanto a la expresión de género o de su militancia gracias a la migración y a la posibilidad que les significa la Facultad para sentirse más libres, cómodxs y segurxs. Aunque tal vez estas descripciones que hacemos de la FCH pueden resultar contradictorias, creemos que en realidad reflejan la complejidad existente en el contexto y en la institución, en la que conviven y se contraponen discursos y prácticas conservadoras con múltiples formas de resistencia. A partir de esta contextualización histórica, quisiéramos narrar la historia de nuestro grupo y describir lo que hacemos en la UABC.
Aliadxs Cimarronxs nace en el 2019 en el marco de los movimientos feministas que atravesaron las universidades mexicanas, las polémicas alrededor de la violencia de género y la inequidad en la educación superior. Bajo ese escenario, Aliadxs arrancó como un pequeño círculo de lectura sobre feminismo, teoría de género y temas sobre diversidad sexual, coordinado por la Dra. Kenya Herrera, profesora de la carrera de psicología, que invitó a diferentes estudiantes de las carreras de psicología y comunicación con inquietud por aprender de temas que se trataban poco o nada dentro de las aulas. En este sentido, Aliadxs responde también a la carencia de perspectiva de género en el mapa curricular de las diversas carreras de nuestra Facultad1 y a la necesidad de crear espacios de formación para alumnxs con interés sobre estos tópicos.
Los años de confinamiento en la pandemia no detuvieron al grupo, de manera que, a distancia, compartimos, estudiantxs y educadorxs, nuestras reflexiones sobre las lecturas que seleccionábamos, haciendo conexiones con nuestras experiencias personales y compartiendo cómo estos nuevos conocimientos atravesaban nuestras historias y subjetividades. Para el 2021, las discusiones y las reflexiones desbordaban el espacio del círculo de lectura. Creció en el grupo la inquietud de llevar esto al resto de la comunidad estudiantil.
Cuando regresamos a las aulas después del confinamiento se sumaron de manera voluntaria, buscando respuestas y una comunidad de pertenencia, estudiantes del tronco común y de la carrera de educación. Además, se abrió la posibilidad de generar procesos académico-administrativos, como la realización del servicio social y prácticas académicas y/o profesionales a través de la participación en Aliadxs, lo que generó el interés de más estudiantes. También se sumó el Dr. Abraham Serrato, profesor de asignatura de la Facultad, al acompañamiento docente del grupo. El proyecto adquirió desde 2022 una dimensión de intervención. Lxs participantes aplicamos las herramientas académicas y personales que adquirimos, asesoradxs por Kenya y Abraham, organizando eventos de divulgación para la comunidad universitaria, hechos por lxs estudiantes para lxs estudiantes, en los que ponen sobre la mesa temas que resuenan en nosotrxs, como personas y futuros profesionistas.
La actividad medular son los círculos de lectura y discusión. Estos se transforman cada semestre en la medida que lxs miembrxs del grupo cambian con los flujos esperados de las trayectorias académicas de nuestrxs alumnxs. Cada semestre hay caras nuevas y nuevos intereses e interrogantes que explorar: nos preguntamos qué queremos aprender o qué lecturas nos gustaría explorar, en función de nuestras inquietudes intelectuales e historias de vida. A partir de eso, sugerimos autorxs y textos que permiten construir el paisaje temático de cada periodo.
Las conversaciones que se suscitan en estos círculos siempre se conectan con la experiencia, los afectos y el cuerpo. En este sentido, pueden detonar procesos de deconstrucción, en tanto vamos relacionando lo que leemos con lo que hemos vivido y cuestionamos el sistema de creencias con el que cada unx hemos crecido. Este proceso se enriquece por el hecho de tener un grupo sumamente diverso, con una gran variedad de saberes y experiencias. A medida que adquirimos herramientas conceptuales y nos conmovemos con las historias propias y ajenas, se suscitan procesos cognitivos y afectivos que nos transforman en múltiples sentidos.
Buscamos maneras de llevar todo lo aprendido a la práctica. Una forma de lograrlo es a través de acciones que difunden los temas que nos preocupan al resto de la comunidad universitaria. Específicamente, desde 2022, organizamos conversatorios que abordan las temáticas más sentidas en nuestras discusiones, ofreciendo a la comunidad universitaria una ventana experiencial para acercarse a temas complejos sobre género, feminismos y diversidad sexual, con el fin de sensibilizar y educar a quienes asisten.
Otro camino que hemos explorado ha sido la investigación y la intervención desde las epistemologías feministas. Coordinadxs por Kenya y Abraham, participamos en proyectos usando métodos colaborativos y horizontales. Esto ayuda a que experimentemos de manera muy concreta cómo las teorías y los conceptos que reflexionamos se vuelven herramientas de análisis y guías metodológicas para una práctica profesional crítica y transformadora. ¿Cómo es que todo esto se puede entender como un espacio seguro? ¿Qué quiere decir espacio seguro y resistencia en nuestro grupo? Queremos reflexionar sobre estas preguntas, y evidenciar, en nuestros principios epistemológicos y nuestras metodologías de trabajo, cómo construimos un espacio seguro en la FCH.
Hemos afirmado a lo largo del texto que entendemos Aliadxs Cimarronxs como un espacio seguro y de resistencia. Es importante, entonces, definir a qué nos referimos con esto y, además, delinear qué ideas y acciones materializan un espacio como este.
Nuestra idea de espacio seguro tiene muchos puntos de encuentro con los hallazgos presentados por Alexandra Abello Colak y Pablo Angarita Cañas (2019) en la investigación “Voces e iniciativas comunitarias para construir espacios seguros en América Latina y el Caribe”. Éste fue un proyecto multinacional, a través de procesos de investigación participativos, que involucraron la colaboración de académicxs, líderes comunitarixs, activistas, mujeres y jóvenes de cinco países. En el texto, producto del trabajo de dos años, hablan de que acordaron trabajar con un marco conceptual común, en el que espacio seguro era medular. Después de procesos de diálogo, donde todxs los actores participaron como iguales, compartiendo sus saberes desde las experiencias locales, llegaron a algunos acuerdos sobre lo que es un espacio seguro. Concretaron que un espacio seguro tiene un componente relacional y otro material. Por un lado, implica un lugar donde se pueda transitar libremente, sin temor a agresiones, violencia o discriminación. Además, conlleva la “existencia de redes de apoyo y protección […], la generación de vínculos positivos y de confianza que permitan la libre expresión y desarrollo” (p. 347).
Estos hallazgos resuenan profundamente con nuestra idea de espacio seguro, la cual también hemos construido con procesos colaborativos, específicamente usando la técnica de indagación participativa del photovoice. Además, esta construcción ha sido compartida con la comunidad más amplia con el conversatorio “Este es un lugar de ambiente: construcción de espacios seguros para todes en la UABC". En nuestras discusiones sobre lo que entendemos por espacio seguro, los aspectos relacionales y materiales también aparecieron como indispensables. Hablamos sobre la necesidad de transformaciones en las normativas y las políticas institucionales de nuestra universidad, de los cambios estructurales y también los cambios microsociales que pensamos necesarios para erradicar la violencia en la UABC. Identificamos los lugares y momentos donde nos sentimos más insegurxs, así como a las personas y las situaciones más problemáticas. Junto a eso, reflexionamos sobre los procesos formativos que estamos viviendo en Aliadxs y los reconocimos como vínculos que edifican el tejido de un espacio seguro y que nos fortalecen para resistir las diversas violencias a las que nos enfrentamos, personal y colectivamente. En las siguientes secciones del texto, nos gustaría profundizar sobre las maneras en las que fraguamos este tejido intelectual y emocional que es Aliadxs Cimarronxs.
En Aliadxs nos inspiramos y guiamos por metodologías que se han propuesto tanto por el movimiento feminista, como por el giro epistemológico y metodológico de las ciencias sociales de la segunda mitad del siglo XX (Martínez-Miguélez, 2006), sobre todo en Latinoamérica (Gumucio-Dagron, 2011). La manera como trabajamos tiene claras raíces en las pedagogías críticas, feministas y decoloniales (Hughes, 1995; Espinosa et al., 2013; Troncoso et al., 2019; Wigginton y Lafrance, 2019). Además, nos inspiramos en el ethos de las pedagogías punk (Torrez, 2012) y sus propuestas contrahegemónicas. En esta sección queremos trazar los hilos conductores de este tipo de pedagogías y las maneras en que se materializan en el trabajo de Aliadxs Cimarronxs.
Toda esta diversidad de perspectivas de las que tomamos inspiración tiene denominadores comunes que tomamos como guía de acción. De hecho, tanto las pedagogías feministas como la pedagogía punk reconocen su genealogía en las pedagogías críticas latinoamericanas y, por lo mismo, se deslindan de los procesos educativos que privilegian la acumulación de conocimientos, el logro de competencias y la eficiencia terminal. Nuestras pedagogías entienden el acontecimiento educativo como un diálogo de reflexión y acción dirigido a la transformación social. Son parte de la tradición de pedagogías radicales donde la justicia epistémica y social es la médula de la acción pedagógica. Para Claudia Korol (2007) una pedagogía feminista:
Es sobre todo la posibilidad de un ejercicio de lucha material y también subjetiva contra la enajenación, contra la mercantilización de nuestras vidas, la privatización de nuestros deseos, la domesticación de nuestros cuerpos, la negación sistemática de nuestros sueños, la mutilación de nuestras rebeldías, la invisibilización de nuestras huellas, el silenciamiento de nuestra palabra, y la desembozada represión de nuestros actos subversivos. (pp. 16-17)Korol (2007) nos da algunas pistas para las perspectivas políticas que sostienen una pedagogía feminista: la crítica al capitalismo, al patriarcado y a la cultura androcéntrica; el cuestionamiento y la deconstrucción de los binarismos del pensamiento occidental; la búsqueda de la horizontalidad en las relaciones, así como la primacía del diálogo como vehículo de construcción de conocimiento. Encontramos muchos ecos de esto en los planteamientos de la pedagogía punk (Santos y Guerra, 2018), cuando quienes trabajan desde esta perspectiva argumentan que, como herramienta educativa, permite la oposición crítica del statu quo y la generación de múltiples posiciones de resistencia.
En el espacio pedagógico punk las personas pueden experimentar, crear e interrogar un proceso creativo que para lxs pedagogxs punks está el centro de lo que Freire (2022) llamó “humanización”. Según este autor, la humanización es un proceso mediante el cual las personas se vuelven más conscientes de su propia dignidad y capacidad para transformar el mundo a través de la acción y la reflexión, lo cual solo se logra a través de la verdadera generosidad. Esa generosidad forma a personas que no temen confrontar, escuchar y ver al mundo sin sus velos. Nos quita el temor de encontrarnos con los demás y entrar en diálogo con ellxs.
En nuestro trabajo también incorporamos perspectivas epistemológicas decoloniales que informan cómo abordamos nuestras relaciones y nuestros procesos de aprendizaje. Nuestra perspectiva de trabajo se inspira en lo que Walter Mignolo (2011) llama “desobediencia epistémica”. Este concepto es un llamado a desprendernos de los legados coloniales del pensamiento occidental y, en nuestro caso, de lo que entendemos por educar y aprender. Es una invitación a liberarnos de formas de conocer que perpetúan desigualdades. También llama a eslabonarnos con otras formas de conocer, ser y relacionarnos. ¿Cómo desobedecemos a la pedagogía tradicional en Aliadxs?
Aliadxs Cimarronxs está formado por personas de diferentes identificaciones sexogenéricas con distintas historias personales. Algunxs ya tienen un acercamiento a los temas, por el activismo o por un interés autodidacta, para otrxs es su introducción a este campo de conocimiento. Esta diversidad nos enriquece y sensibiliza, nos conecta con las experiencias, las dificultades y las luchas de personas diferentes a nosotrxs. Nos enseña a empatizar con lxs demás, a entender violencias que no nos atraviesan directamente y a solidarizarnos con ello. En diálogo, vamos aprendiendo lxs unxs de lxs otrxs a respetar, a escuchar y sentir hondamente en resonancia con quienes estamos dialogando.
En particular, desde la experiencia de las personas que son estudiantes, la posibilidad de reflexionar sobre los conceptos que nos atraviesan y externar libremente dudas y opiniones no es cosa menor. Quizá esto suene sencillo, pero es importante para nosotrxs debido a que este intercambio libre de ideas y vivencias suele no ser posible en las aulas. Como habíamos mencionado, nuestra escuela no es perfecta, y en los planes de estudio y el ejercicio pedagógico de muchxs profesorxs hay una carencia de perspectiva de género. Escuchamos discursos misóginos y machistas por parte de algunxs maestrxs y alumnxs, lo que hace que las aulas no siempre sean un espacio seguro para el diálogo. Se vuelve entonces crucial un espacio como Aliadxs, donde las personas que se sienten vulnerables por su identidad sexogénerica o su posición política, pueden sentirse vistxs y escuchadxs.
Tenemos la colectividad como horizonte y cada semestre intentamos construir, más que un grupo de trabajo, una comunidad. Nosotrxs abogamos por una experiencia pedagógica que privilegie desde la colectividad sobre la educación individualizada e individualista. Por supuesto, cada persona llega con su propia historia y toma de Aliadxs lo que sirve para su vida, pero esto no es posible sin los demás. En oposición a la educación que usa la competencia y jerarquización como forma de control y evaluación, en Aliadxs usamos la solidaridad y el diálogo para la generación del conocimiento y la reflexión. Nombramos el mundo, fraguamos conceptos e ideamos acciones siempre en colectivo.
Una de nuestras maneras de trabajar es hacer las cosas desde la horizontalidad hasta donde sea posible. Todas las actividades que realizamos no son idea de una sola persona, entre todxs decidimos qué temas nos interesa explorar y aprender juntxs y cuáles son importantes compartir con la comunidad estudiantil. Todas nuestras actividades son de estudiantes para estudiantes, evitando invitar a expertxs o académicxs. Esto quiere decir que los conversatorios que organizamos para la comunidad universitaria están coordinados y moderados por estudiantes. En éstos enunciamos el sentir colectivo y no la perspectiva de unx cuantxs. En nuestra facultad ya hay muchos eventos donde expertxs nos explican qué es el feminismo o la diversidad sexual. Nosotrxs queremos un espacio donde podamos compartir desde nuestras experiencias qué es ser mujer o qué es ser parte de la comunidad LGTBQ+. Somos expertxs en nuestras propias vidas.
Aquí es importante reflexionar sobre la relación que Abraham y Kenya tienen con el resto del grupo. Intentamos que los roles de maestrx y alumnx se difuminen, aunque sabemos que no es completamente posible. Antes, mencionamos que tenemos la colectividad como horizonte, en este sentido, la horizontalidad no es algo prescrito, sino una aspiración y una práctica constante, particularmente para quienes institucionalmente detentan más poder. En la horizontalidad, “los discursos distintos se exponen uno frente a otro, y se prestan para construir algo nuevo” (Corona Berkin, 2020, p. 29).
Rechazamos la jerarquización de conocimientos que tiene Occidente, donde los títulos académicos y los discursos desde la academia eurocentrista le dan autoridad automática a quien se enuncia desde esa posición. Rechazamos también los binarismos con los que el pensamiento occidental organiza la realidad. Evidentemente, esto incluye el binarismo sexual y de género, pero también el que pone a la racionalidad y lo mental en oposición a la emoción y al cuerpo. Por último, rechazamos el individualismo, la competencia y la meritocracia que está incrustada en Occidente y sus formas de organización política, económica y social. Frente a la jerarquía de conocimientos, abogamos por una ecología de saberes, la cual Boaventura de Sousa Santos (2018) define como el reconocimiento de que hay más de una manera de conocer, una diversidad que enriquece nuestro entendimiento del mundo.
Como mencionamos antes, el corazón de Aliadxs es el círculo de lectura y reflexión. La dinámica que empleamos tiene inspiración en los círculos de conciencia feminista (Guzmán Martínez et al., 2021). Aliadxs nace en un contexto universitario y lo lógico es que partamos del aprendizaje de textos académicos para enriquecer nuestro entendimiento del mundo, pero no con el fin de memorizar o quedarnos con una comprensión racional y racionalizada de lo que leemos. Nuestra manera de entender el proceso pedagógico implica tomar en cuenta la corporalidad y los afectos como una parte crucial del aprender. Cada concepto lo relacionamos con las vivencias que hemos tenido, con los dolores y con los éxitos que reconocemos en el camino a definir quiénes somos y el tipo de vida que queremos para nosotrxs. También desde el afecto, nos reconocemos en las historias de lxs demás, nos sostenemos y nos apoyamos para enunciarnos desde nuestro lugar.
Pensado desde las pedagogías feministas, ponemos como protagonistas los afectos y la experiencia como fuentes de saber. No negamos la racionalidad, y hay un espacio para eso, más bien reconocemos que, además de la razón, hay otras experiencias humanas que son caminos muy fructíferos para aprender el mundo.
Una pedagogía encarnada y afectiva implica, entonces, reconocer los cuerpos y sus existencias marcadas por relaciones de poder que se materializan en formas de relación y experiencias concretas de privilegio y opresión. Requiere también superar la ficción de un espacio educacional de mentes dialogantes en el cual el cuerpo no tiene cabida. Los espacios pedagógicos normativos generan incomodad y sufrimiento en aquellas personas que no encajan, es por ello que desde la transpedagogía se invita a convertir esa incomodidad en una invitación para incomodar la seguridad y el confort de quienes ocupan posiciones privilegiadas. (Troncoso Pérez et al., 2019, p. 9)En este sentido, reivindicamos los afectos como fuente de conocimiento y al cuerpo como lugar de enunciación. Esta oposición binaria entre mente/cuerpo y razón/emoción nos ha llevado a despreciar el cuerpo y a estampar en éste los miedos y estigmas que colgamos a lo que está en los márgenes de lo hegemónico; en su materialidad se encarna la particularidad del género y la raza. La razón es dominio exclusivo del hombre blanco heterosexual, quien representa la universalidad del Occidente. El cuerpo, con sus sensualidades, placeres y afectos, es territorio de lo femenino, de la disidencia sexual y del salvaje racializado. Por eso, en Aliadxs, nos reconocemos como seres sentipensantes. El sentipensar lo entendemos, siguiendo a Orlando Fals Borda (en Robayo Corredor, 2021) como la fusión de nuestro razonamiento lógico con nuestra afectividad, reconociendo que todo pensamiento y experiencia nacen de ahí. Nuestra experiencia del mundo, nuestra lectura de la realidad, se entrelaza por lo sentipensante: va tejiendo nuestras historias de vida y forjando nuestro lugar en el mundo. Nos da un lugar de enunciación. Desde ahí, vamos aprendiendo y actuando en Aliadxs, tejiendo juntxs saberes y relaciones.
¿Qué hemos logrado en estos años de trabajo colectivo? Desde 2019, 57 estudiantes de las carreras de Educación, Psicología, Sociología y Comunicación han sido miembrxs de nuestro grupo. Varixs estuvieron como voluntarixs, y otrxs, a partir del 2020, pertenecen como prestadorxs de servicio social profesional. En estos años, hemos organizado quince conversatorios, por estudiantes y para estudiantes. Estos conversatorios, que siguen el espíritu de nuestro trabajo en Aliadxs, han sido experiencias formativas poderosas, tanto para las personas que los organizan como para las personas que asisten y, en la mayoría, la asistencia ha sido extraordinaria. Reconocemos en esto el impacto de nuestro trabajo en la FCH. Estos conversatorios han sido éxitos en muchos sentidos: abren espacios seguros para que mujeres o personas de la diversidad sexual puedan sentir la confianza para exponer problemáticas, narrar sus experiencias y compartir saberes. Crean también oportunidades para el diálogo y el encuentro entre familias, entre compañerxs que se reconocen en sus historias, entre autoridades universitarias y entre el alumnado. Varios conversatorios han sido cruciales para el acompañamiento de víctimas de violencia y discriminación.
A partir del 2021, algunxs participantes de Aliadxs se integraron a un proyecto interdisciplinario llamado Ave Fénix, coordinado por Kenya, junto con otrxs docentes de la Facultad de Artes de la misma UABC. Ave Fénix es un proyecto de investigación e intervención interdisciplinario en el que confluyen las artes, la pedagogía, los estudios culturales y la psicología. Propone prácticas artístico-pedagógicas a mujeres privadas de la libertad en el Centro de Reinserción Social Mexicali para que exploren quiénes son y dónde están, esto a través del arte, el cuerpo y los afectos, utilizando metodologías feministas. En ese proyecto, las personas participantes de Aliadxs tienen una experiencia formativa muy importante haciendo un tipo de intervención psicológica y educativa desde un marco de referencia muy distinto al que, por lo general, aprenden en sus clases. Hasta la fecha, seguimos colaborando en este proyecto con docentes y estudiantes de la Facultad de Artes de nuestra Universidad y hacemos investigación sobre los procesos psicológicos y artísticos que ocurren durante las prácticas.
Aunado a este proyecto de investigación, participamos en otro basado en la técnica participativa del photovoice, con el fin de colectivamente definir qué es Aliadxs Cimarronxs y, además, explorar los procesos identitarios y colectivos que se suscitan dentro del grupo. Se utilizaron la fotografía como medio, y la colaboración y la cocreación como guía. Fuimos explorando nuestras experiencias personales y tejiendo nuestra experiencia colectiva. Estamos elaborando textos académicos de manera polivocal, intentando una coautoría que desdibuje las jerarquías para intenta plasmar la experiencia colectiva. Este texto es un ejemplo de este ejercicio. Otra experiencia muy enriquecedora fue la colaboración de lxs miembrxs de Aliadxs con estudiantes de San Diego State University (SDSU), haciendo trabajos fundamentados en el aprendizaje basado en proyectos, en el marco del programa Collaborative Online International Learning (COIL). En la actividad, estudiantes de psicología de la SDSU, que estaban tomando el curso Desarrollo Humano en la Adolescencia y Niñez, crearon grupos de trabajo con personas de Aliadxs para investigar tópicos de desarrollo humano con perspectiva de género. El trabajo se realizó en línea y los resultados se presentaron a finales del semestre 2025-1.
Adicionalmente, poco a poco nos incentivamos para participar políticamente en los temas que nos preocupan. Ante situaciones coyunturales, hemos elaborado comunicados donde nos posicionamos frente al tema, asistimos a marchas como la del 8M y al desfile pride de nuestra ciudad. Además, hemos participado en foros ciudadanos organizados por el municipio para contribuir en la construcción de la agenda pública dirigida a jóvenes. Finalmente, nuestro trabajo está sirviendo de detonante para que otras facultades de la UABC funden sus propios grupos y, desde sus contextos y necesidades, trabajen con temas y preocupaciones similares a las de nosotrxs. Aún queda mucho que hacer, pero caminamos con paso firme y vamos abriendo a la comunidad de la UABC nuestro espacio seguro.
Aunque durante esta segunda década del siglo xxi ha habido un fortalecimiento de los discursos conservadores a nivel mundial, regional y local, también es cierto que los movimientos de resistencia les siguen haciendo frente. En este sentido, la colectividad juega un papel fundamental: encontrarse, dialogar y abrazarse en un mundo que nos empuja al individualismo y a la indiferencia. Los espacios seguros son una respuesta a una necesidad y una forma de resistencia contra los contextos opresivos y violentos. Debido a esta realidad, hemos creado estrategias para resistir el escenario desesperanzador. Se requiere configurar espacios que nos permitan sentirnos escuchadxs, vistxs y encontradxs; espacios donde nuestras voces importan, nuestras experiencias son válidas y la empatía reemplaza el juicio. La hostilidad queda fuera y se abre un camino para el aprendizaje, el diálogo y el crecimiento colectivo.
Un espacio seguro es mucho más que un lugar físico: es una promesa de libertad, empatía y respeto. Es un entorno donde no caben los discursos de odio, ni las prácticas violentas. Creemos firmemente que construir un lugar donde podamos existir sin miedo es el primer paso para convertir nuestra universidad, nuestros contextos familiares y nuestros ámbitos laborales en espacios seguros. Frente al recrudecimiento del conservadurismo en México y en otras partes del mundo, es fundamental seguir trabajando en la formación y la transformación universitaria. Es necesario el acompañamiento psicosocial y el empoderamiento de las mujeres y la comunidad LGTBQ+ al interior de los espacios universitarios hasta que la transversalización de la perspectiva de género y de diversidad sexual en la universidad deje de ser solamente un discurso. Hasta que cesen el acoso, el hostigamiento sexual y la discriminación por género, orientación o identidad sexogenérica. Hasta que, tal como lo dijo la compañera Estela Hernández, la dignidad se haga costumbre.
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