Estudiantes de México en Harvard. Entrevista a Abraham Haim Majluf Rizo


José Jaime Paulín Larracoechea

Universidad Autónoma de Querétaro (México)

jose.jaime@uaq.mx

https://orcid.org/0000-0001-5369-6273

Angélica María Aguado Hernández

Universidad Autónoma de Querétaro (México)

angie_luna@hotmail.com

https://orcid.org/0000-0001-7369-2915

Esta obra está bajo una licencia internacional Creative Commons BY-NC-SA 4.0

DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.15064598

Sección: Entrevistas


Abraham Haim Majluf Rizo (Ciudad de México, 1997), licenciado en Economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), estudia la maestría en Planeación Urbana en la Escuela de Diseño de la Universidad de Harvard. Su trabajo de tesis lleva por título: Beyond Surveys: A Granular Approach to Poverty through Walking Accessibility, Street Infrastructure, Housing Conditions, and Human Capital in Mexico. Ha sido consultor urbano y de infraestructura para la empresa Deloitte, participando en más de quince proyectos en América Latina y el Caribe. Se desempeña también, desde junio de 2024, como presidente de la Asociación de Estudiantes Mexicanos de la Universidad de Harvard, una de las instituciones de educación superior mejor ranqueadas en el mundo. Con la finalidad de conocer sobre dicha asociación y motivar a que más alumnas y alumnos mexicanos cursen estudios y estancias académicas internacionales, se realizó esta entrevista con Abraham en el vestíbulo del Museo de Arte de Harvard (Cambridge, Massachussets) el 1 de octubre de 2024.

Estimado Abraham, ¿nos puedes platicar sobre la Asociación de Estudiantes Mexicanos de la Universidad de Harvard?

HUMAS, por las siglas en inglés de Harvard University Mexican Association of Students, es una organización estudiantil, una de las primeras en la universidad, oficialmente reconocida por Harvard en 1992. Además, es una de las pocas que la rectoría reconoce como perteneciente a toda la universidad, solo debe haber unas 25 o 30 con este estatus, la mayoría de ellas ligadas a grupos representativos de diversos países, está la de venezolanos, brasileños, alemanes, etcétera. Harvard funciona como la suma de sus partes. Las reglas y autoridad están diferidas en cada una sus facultades, que aquí son las escuelas de posgrado, pero en el caso de humas no estamos vinculados a una sola escuela, y eso es un gran privilegio. Entonces lo que la hace diferente es que es reconocida oficialmente en toda la universidad. La asociación ha servido como un punto de encuentro de las y los mexicanos que estudiamos aquí, desde donde se trata de poner temas mexicanos en esta institución.

Las narrativas en la universidad están muy centradas en Estados Unidos, y cuando se hablan de temas internacionales, desafortunadamente México no es uno de los temas que resalte. La asociación ha intentado impulsar las conversaciones, las discusiones, los diálogos sobre México en la universidad, algo que se facilita porque tenemos representación en cada escuela, así que nos preguntamos qué podemos decir sobre México desde la Escuela de Gobierno, Negocios o Medicina, o bien, ¿qué pasa si tocamos un tema donde interconecten temas de salud con política? Es un experimento grande cómo ir teniendo a México en la narrativa y en la discusión de la universidad a través de los diferentes lentes de las distintas disciplinas.

¿Y por qué es importante este tipo de asociaciones en una universidad como esta?

Aquí todo es Estados Unidos. Las universidades estadounidenses tienden a ser muy USA-CENTRIC. Este es un país enorme, diverso, inmenso geográficamente. Creo que la manera en la que a veces tratan de compensar esa diversidad es hablando por estados (e.g. la realidad de California distinta a la de Nueva York o Florida). Y eso dentro de su cosmovisión está bien, es la diversidad a la que están sujetos, pero frecuentemente falta la mirada internacional dentro de las conversaciones. HUMAS, de la mano con institutos que revisan puntualmente temas de México, ayuda desde la parte estudiantil a que se hable más de nuestro país. Y creo que eso tiene un valor enorme porque muchos de los que estamos aquí queremos regresar a México en algún momento. Venir a Harvard a estudiar el posgrado, más que ser un fin, es un medio dentro de un plan más grande que frecuentemente implica retornar a México.

HUMAS también funciona como un ancla que te permite seguir enterado de lo que sucede en México, en las discusiones de nuestro país, sin perderte en el mar internacional que puede ser esto, en un contexto en el que no hay benefactores, a diferencia del caso de China, Corea, India, con mucho dinero de por medio desde el Estado, exalumnos o ciudadanos privados que crean observatorios, centros de investigación, instituciones, bibliotecas, etcétera, poniendo los cimientos y una inercia que deriva en que tienen toda una infraestructura para hablar sobre el país correspondiente. Desde México no hemos tenido eso. Faltan en Harvard recursos e infraestructura institucional que se dedique a hablar de México, y los alumnos hemos querido poner nuestro granito de arena para remediar eso.

Al final estar HUMAS es un voluntariado, le dedicamos parte de nuestro tiempo libre, pero estamos contentos porque ha servido como catalizador o punto de encuentro para los mexicanos y extranjeros interesados en México. La función de presidente de HUMAS dura un año, y en la mesa directiva tiene que haber representantes de al menos tres escuelas, lo que permite una mayor interlocución al abordar cuestiones de arte, política, educación, salud o arquitectura mexicana, además de ser un punto de encuentro cultural, pues celebramos el 16 de septiembre, ponemos altares en día de muertos u organizamos posadas. No tenemos un espacio físico propio, y como cualquier asociación estudiantil, hacemos por ejemplo fiestas y vendemos boletos de entrada para tener una pequeña entrada y costear algunos gastos. Estamos registrados ante el Servicio de Impuestos Interno de Estados Unidos (IRS por sus siglas en inglés) como una non-profit organization, tenemos una cuenta de banco y un tesorero que lleva las finanzas y apoya para hacer el reporte correspondiente para la universidad y el propio irs. También dependemos en gran medida de las aportaciones que nos hagan los centros de investigación de Harvard para realizar distintos eventos, a veces nos apoyan, por decir algo, con boletos de avión o la comida. Es una labor de gestión importante el conseguir recursos

A lo largo de los años se han enfocado particularmente en la comunidad académica de Harvard, pero una de las metas que tenemos actualmente es pensar esta universidad como un espacio público y que la comunidad migrante también asista y aproveche lo que se organiza. Queremos abrir las puertas de Harvard y trabajar mucho en la difusión en redes para que también acudan estudiantes de la Universidad de Boston, la Northeastern University, Tufts, la UNAM-Boston, el MIT, así como público en general e interesados del área metropolitana y otras ciudades como Nueva York.

Un tema sobre el que frecuentemente discutimos sanamente dentro de la asociación es sobre el idioma. ¿Planeamos eventos en español o inglés? Por supuesto que estamos en Estados Unidos, muchos de los mexicanos que vivimos aquí manejamos diferentes niveles de inglés, pero una parte de quienes estamos en HUMAS decimos: “Hay que hacerlos en español porque somos mexicanos y en México hablamos español. Este es nuestro espacio, uno de diálogo sobre nuestro país y deberíamos estar sujetos al lenguaje que utilizamos allá, que además es el lenguaje en el que mejor nos podemos desenvolver”. Si vamos a tener una conversación sobre nuestro México, ¿por qué no tenerla en el idioma propio? Claro que esto también lo puedes ver del otro lado y decir: “Bueno, pero ¿cómo puedes generar aquí y en la comunidad internacional un poco más de interés sobre México, sobre lo que pasa en el país, si no lo haces en inglés?”. Lo que estamos tratando este año es que sea mixto, algunos eventos en español y otros en inglés, dependiendo de la curaduría, el tema y quiénes son los ponentes.

HUMAS históricamente ha sido el espacio para el mexicano que creció en México y viene a Harvard, es decir, nos concebimos como un internacional o extranjero dentro de la universidad. Hay otros grupos estudiantiles para el ciudadano mexicoamericano, ahí ellos reflexionan y atienen su particular realidad. Este año, bajo mi gestión, tenemos la meta de tirar un poco estas barreras que a veces como mismos mexicanos y mexicoamericanos nos ponemos y entender que la mexicanidad no es un concepto muy heterogéneo y dinámico. Creo que el simple hecho de querer definir lo que es la mexicanidad puede ser un acto muy agresivo que puede no incluir las diferentes realidades que se pueden vivir. Chavela Vargas tiene una frase muy famosa —que no voy a repetir aquí—, pero que es muy cierta y que en el fondo nos habla del derecho del autorreconocimiento y de autoidentificación como grupo.

Hace un momento nos decías que la idea de muchos estudiantes mexicanos es regresar a México

Muchos, y me incluyo, venimos aquí sabiendo que queremos regresar a México, y estamos conscientes de lo que la vuelta implica. En no pocas ocasiones lo tomamos como una responsabilidad social. Además, genuinamente queremos volver porque hay gran cantidad de cosas de México que no valoramos hasta que salimos del país. Cada historia tiene sus particularidades, pero cuando los mexicanos deciden quedarse aquí es porque te dicen: “¿Dónde voy a hacer esto en México? Aquí ya está el ecosistema, los incentivos, las instituciones, los apoyos públicos y el financiamiento privado”, es decir, la oportunidad ya está y deciden tomarla.

En muchos de los casos, cuando los mexicanos decidimos regresar estamos conscientes que esa concepción de la oportunidad hay que crearla en nuestro país, o que tal vez tienes que remar un poco contracorriente al inicio por cambiar un poco las dinámicas que hay en México. Por ejemplo, yo puedo hablar del tema de planificación de ciudades, que es lo que yo estudio. Aquí en Estados Unidos los departamentos de urban planning de las grandes ciudades están muy consolidados, tienen un presupuesto que ya quisiéramos tener en muchas naciones, y los temas relevantes en la discusión están a la orden del día. Cada año hay un evento en el que se trae a los 50 principales directores de planificación urbana de la Unión Americana a la Escuela de Diseño de Harvard, con la finalidad de generar relaciones y que platiques y obviamente ellos vienen a reclutar talento. Para mí fue muy interesante escuchar que ya tienen en su radar como un punto prioritario los planes de mitigación de sus ciudades ante la inminente subida del nivel del mar como consecuencia del cambio climático, desde ahora están viendo cómo “subir” las ciudades 50 metros por arriba del nivel del mar anticipándose a lo que va a suceder en Nueva York, Boston, Miami, San Francisco, etcétera. Cuando yo escuché eso, acababa de pasar el huracán Otis por Acapulco y me preguntaba cuándo tenemos en México discusiones sobre lo que queremos para nuestras ciudades en los próximos 50 o 100 años. Aquí uno puede estar en discusiones de vanguardia, pero llegar a México y decirles a los tomadores de decisiones que piensen en los cambios que el calentamiento global traerá a sus ciudades en las próximas décadas es remar a contracorriente. En Boston, por ejemplo, hay muchas oportunidades de financiamiento para proyectos de innovación y emprendimiento a niveles técnicos de ingeniería o de ciencia. Hay toda una red de contactos y aseguramiento para que la gente se lance a innovar. En México ese ecosistema no es tan robusto.

Aclaro: tampoco se trata de decir que en Estados Unidos las cosas se hacen perfecto y que en México todo lo que hacemos está mal, porque hay muchos casos que incluso creo que es totalmente lo contrario. Aquí seguido les falta humildad para ver lo que hacemos bien en Latinoamérica. Muchos de quienes estamos aquí sentimos esa responsabilidad y compromiso de querer regresarle a nuestro país un poco de todo lo que nos ha dado. A veces el regreso no es inmediato, pues se opta por trabajar un tiempo en México para pagar el financiamiento o deuda que se contrajo para poder estudiar acá.

Eso sí, los mexicanos que estamos aquí nunca dejamos de extrañar México. Tú puedes hablar con quien tiene 25 años estando acá y escuchas con algo de tristeza que te dicen: “Bajo otras circunstancias, yo no me la pensaría, viviría en México sin ningún problema”. Creo que en México tenemos la fortuna de que cultural y socialmente tenemos un tejido que es muy difícil de encontrar aquí. La calidez mexicana —y latina— se extraña demasiado.

Te he escuchado decir con anterioridad que el nivel académico de las universidades mexicanas es muy bueno, y a veces los propios estudiantes mexicanos no lo creen.

Las diferencias entre las universidades mexicanas y las estadounidenses son más bien de infraestructura, recursos, apoyos, incentivos e inversión. Para nada, y en ninguna circunstancia, son de capital humano, calidad o potencial.

Aquí hay muchísimo recurso y financiamiento que de cierta manera te da la posibilidad de, tal vez, intentar cosas que en México no se podría, así que en este lugar es más fácil lanzar una idea y ponerla en marcha. Y la universidad probablemente lo hace a fondo perdido, pero saben que con una idea que triunfe de las cien a las que les dan dinero ya pagan el resto. Aquí hay un entorno o ecosistema que funciona bajo la idea de: “Intenta, intenta, intenta”, si no tienes éxito no pasa nada. “Intenta, intenta y vuelve a intentar”, y no me refiero solo a ideas novedosas en el ámbito tecnológico, sino en todas las áreas, incluidas las artes y humanidades. La diferencia, insisto, está más en el ecosistema que en el capital humano y potencial de las comunidades académicas que hay en México. Hay cierto nivel de academia que comienza a ser muy cara (e.g. acceso a libros, publicaciones, bases de datos y ciertos acervos, congresos, conferencias, laboratorios, invitación de ciertos investigadores) y en la que Harvard invierte sin rubor. No es que haya más capacidad intelectual en la Ivy League* que en otras partes del mundo, sino que con los recursos que tienen atrás estas instituciones pueden producir muchísimo. En México requerimos más inversión a ciencia, tecnología e innovación, así como no descuidar la educación técnica (e.g. Conalep) —de la que desafortunadamente hay gran cantidad de prejuicios—, y enfatizar el papel de las universidades como centros de generación del conocimiento

¿Qué le dirías a un estudiante de pregrado que está pensando hacer una movilidad internacional?

Que estudiar fuera de México te hace ver de distinta manera el mundo y te ayuda dimensionar de una manera distinta lo que pasa en nuestro país. Bien dicen que viajar es la mejor forma de aprender. Estudiar en el extranjero te facilita platicar con gente que ha enfrentado situaciones similares en contextos geográficos y geopolíticos muy distintos y entender que muchos de los problemas que tenemos terminan siendo globales y que hay diversas lecciones que se pueden aprender del uno para el otro, pero de ninguna manera es salir a volverme más inteligente o algo por el estilo.

También que es, por mucho, la mejor decisión de su vida. Salir a estudiar tiene un objetivo académico, por supuesto, pero realmente la recompensa principal es en términos personales, porque te alejas de tu zona de confort (e.g. tu casa y familia) y el llegar a otro país es un reto. Cuando regresas a tu ciudad, no tengo la menor duda que lo haces siendo una persona más desarrollada, madura, confiada y preparada. No es que lo que se estudie en el extranjero sea imposible de revisarlo en tu institución educativa mexicana, pues los libros e investigaciones ahí están para quien quiera, sino que al estar fuera de tus fronteras y tu casa (e.g. estar en un restaurante, hablando otro idioma, ir a un lugar de culto distinto al tuyo) desafías tu cosmovisión.

De todo eso no puede salir nada mal, porque incluso si no lo disfrutan, el hecho de haber salido te permite conocerte mucho más, saber quién eres realmente y qué es lo que te gusta y lo que no. Salir de tu país es la mejor decisión que uno puede hacer porque la experiencia está llena de sorpresas. Contribuye a posicionarte como mexicano en un mundo más global y ver que numerosos problemas son iguales en diferentes latitudes o que muchos rituales sociales son muy similares. Así, observas que el mundo va más allá del lugar en el que naciste.

Yo quiero regresar a México, pero el salir es la mejor manera de conocerte a ti mismo, y a otras personas y culturas. Les garantizo que no van a regresar siendo los mismos, así se vayan tres, cuatro o cinco meses, pues a la vuelta resulta que fue el equivalente a haber crecido diez años en México. El que tengan esa oportunidad es un privilegio y me da enorme gusto que las universidades lo pongan como una prioridad. Es necesario salir de nuestra burbuja para darnos cuenta del potencial que tenemos como país, el potencial que tienen los estudiantes mexicanos —y los mexicanos en general— es mucho más que el que solemos creer. En resumen: definitivamente hagan una movilidad internacional, un curso, una estancia, una maestría en algún otro país.

Un aspecto fundamental es el que las y los estudiantes hablen una segunda o tercera lengua.

Aprender un idioma siempre suma. Yo he tenido el gusto y la oportunidad por aprender inglés, alemán y francés. Sé que el inglés es el idioma con el que nos comunicamos internacionalmente, pero no quiero dejar de destacar que hablar español es un privilegio. ¡Somos más de 600 millones de hispanoparlantes en el mundo! Entonces, si tú dominas el español y hablas inglés automáticamente estas conectado con todo el mundo y creo que eso es invaluable.

Ahora bien, algo que creo que en México tenemos que normalizar es la cuestión del acento. ¡Todos lo tenemos! Los mexicanos, indios, franceses, alemanes… ¡todos! Pero requerimos fortaleza mental para decirnos: “Tengo acento, ¿y qué?” Llegas a Estados Unidos y te das cuenta de que todo mundo tiene acento y que al final es una decisión propia el cohibirte por tenerlo, o no. Yo insisto en esto cuando llegan los compañeros mexicanos de primer año a Harvard, pues escucho que les da un poco de pena hablar con su inglés. Muchos llegamos así, pero les comento que el acento es algo de lo que deben estar orgullosos porque implica que hablan al menos dos lenguas, que han tenido la oportunidad y privilegio de poder estudiar otros idiomas. Me ha tocado escuchar a gran número de estadounidenses que dicen: “Qué envidia, ¡ustedes hablan más de un idioma! Y con su español pueden comunicarse casi en cualquier lugar de este continente”. Son cosas en las que a veces no piensas, hasta que sales de México. Además, el español —aunque no está oficialmente reconocido como segundo idioma de Estados Unidos—, de facto lo es. Lo escuchas o lo lees en publicidad, comerciales, el metro, anuncios del Gobierno, etcétera.

Finalmente, ¿qué le dirías a los estudiantes que lean esta entrevista y estén pensando aplicar para estudiar en Harvard?

Tres cosas. La primera, comprender que si nunca intentamos algo diferente no va a pasar nada diferente. Entonces lo esencial es perder el miedo a aplicar a universidades en el extranjero. Si nunca aplicas, jamás te vas a dar la oportunidad de tener la experiencia. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Que te digan que no y te quedes en el lugar en donde estabas. También es muy importante saber que las aplicaciones no son una ciencia exacta. Yo siempre digo que en ellas 30% es lo que tú hiciste y 70% que se hayan alineado los planetas, es decir, que la persona que leyó tu aplicación estaba de buen humor o encontró algo que le llamó su atención. Todos tenemos sesgos y esto es algo que no puedes controlar, como tampoco el saber cuántos mexicanos aplicaron a tu programa o cuál es su currículum, experiencia previa, etcétera. Así que lo sea lo que está en tus manos es el 30%, y este rubro básicamente es entregar lo que te solicitan. La verdadera decisión es un proceso estocástico, yo no me atrevería a decir qué influye, que no influye, finalmente es que se alineen las estrellas, pero nunca vas a llegar a esas circunstancias si no tomas el primer paso, así que les diría: “¡Inténtalo, aplica!”. Entre los mexicanos que estamos aquí es muy frecuente escuchar: “Nunca pensé que podría estudiar en Harvard. Pero un día vi una página o un folleto sobre la universidad y alguien me animó a iniciar la solicitud. Y ahora estoy en Estados Unidos sin poder terminar de creerlo”. Y no son compañeros que sean millonarios, sino personas inquietas que buscaron de todas las maneras posibles (e.g. con los políticos de su ciudad, becas locales y federales disponibles, redes de apoyo cercanas, bancos, instituciones como la Fundación México en Harvard) las mejores opciones para costearse sus estudios. Necesitamos que más mexicanos se animen a presentar su solicitud.

La segunda. Creo que, por miedo, en México no siempre vamos a tocar las puertas que sean necesarias pues “qué van a decir”, “qué tal que molesto a la persona”. Pero, en la vida, si no tocas puertas no se van a abrir, y si las puertas no se abren, las pateas. Lo que quiero decir es que hay que perderle el miedo a escribirle a nuestros contactos, profesores, conocidos, familiares, amigos y representantes (e.g. diputados) para buscar diferentes apoyos. Y si hay pocas probabilidades de que te conteste una persona, pues le escribes a cien o mil. Todos los que estamos aquí sabemos lo que es esa incertidumbre de preguntarse: “¿Y quién me puede ayudar para cumplir mi objetivo de estudiar en esta universidad?” Pero del otro lado escuchas personas que dicen: “¿Y cómo puedo ayudarle a alguien si esa persona no se acerca y me pide ayuda?”.

Tercer punto. Es muy importante el desmitificar que lo único que vale la pena es “estudiar en universidades de la Ivy League”. Falso. Estudiar en Harvard, MIT o Princeton no lo es todo. Hay excelentes universidades en México, en toda la Unión Americana, en Europa o Sudamérica, por ejemplo. En mi caso, puedo decir con orgullo que varios profesores que me dieron clase en el itam tienen el mismo nivel, o incluso mejor, que los docentes de Harvard. Y lo mismo sucede con profesores de la UNAM o la UAQ. ¡Tenemos investigadores de primer nivel en nuestro país! Si alguien quiere estudiar en el extranjero no tiene que ser forzosamente en estas universidades tan famosas. Al final, insisto, lo importante es salir de México para poder analizar las cosas de una manera distinta, dialogar con otras personas, escuchar otros discursos, tener distintas experiencias enriquecedoras.

De parte de nuestra asociación, estamos abiertos a dar toda la ayuda y orientación que podamos brindar para que más jóvenes mexicanos estudien en Harvard. Puede dar susto decidir intentarlo, a todos nos pasó igual. Por eso estamos conscientes de que un correo o llamada que contestemos puede tirar la primera ficha de dominó para que suceda algo más grande. Los invitamos a visitar nuestra página: https://www.humas.org/


*Se trata de un grupo de ocho universidades ubicadas en el noreste de Estados Unidos reconocidas por su prestigio y calidad académica.

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